La sensación de pesadez en brazos o piernas y la hinchazón son algunos de los signos que pueden llamar más la atención y alertar sobre el linfedema. Esta afección provoca una acumulación de un líquido llamado linfa en los tejidos que, en la mayoría de casos, se concentra en las piernas o los brazos y rara vez en todo el cuerpo.

La linfa es el líquido que sobra después de que el plasma sanguíneo reparta el oxígeno y los nutrientes a nuestro organismo, más o menos el 10%. El 90% restante pasa directamente a los vasos sanguíneos pero la “linfa” formada por proteínas, residuos metabólicos, productos inflamatorios, glóbulos blancos y grasa necesita circular por “carreteras alternativas” y pasar por “estaciones de limpieza”, los ganglios linfáticos antes de volver al torrente sanguíneo.

Cuando este circuito se altera en algún punto, ya sea de forma espontánea (por la edad), por enfermedades o por cirugías en las que se rompe o extrae alguna parte del recorrido, se produce la acumulación de este líquido linfático y su paso a los tejidos da lugar al linfedema.

Por ejemplo, tras una cirugía por cáncer de mama donde se suelen extraer algunos ganglios linfáticos axilares, puede desarrollarse un linfedema secundario.

Síntomas a prestar atención

Los estadios iniciales comienzan con ligero aumento del diámetro de las extremidades, pesadez, incomodidad… en caso de no tratarse estos síntomas pueden empeorar e incluso llegar a elefantiasis, infección de la piel o celulitis, dolor y cronicidad.

Además, cabe recordar que el linfedema es en sí mismo un problema de salud, tedioso y crónico que puede provocar problemas psicológicos por su cronicidad, incomodidad y lo antiestético del mismo. También puede acarrear dificultades de movilidad y a veces es el causante de numerosos ingresos hospitalarios por infecciones cutáneas graves, entre otras.

Diagnóstico y tratamiento

Muchas veces está infradiagnosticado puesto que puede confundirse, sobre todo en sus estadios iniciales con otras patologías como la venosa o con edemas secundarios como la insuficiencia cardiaca. El diagnóstico se realizar por exclusión de otras enfermedades y principalmente se trata de un diagnóstico clínico, aunque ocasionalmente también pueden realizarse una linfangiografía o RMN linfática si es un caso grave.

En cuanto al tratamiento, consta de varios pilares fundamentales siendo necesario ser constante con todos ellos para conseguir resultados y mantener la enfermedad estable, ya que no existe un tratamiento definitivo. Se necesita terapia compresiva (medias de compresión), presoterapia para ayudar al movimiento del acúmulo linfático, drenaje linfático a través de un fisioterapeuta especializado y un control de la alimentación y peso estricto. Es un tratamiento complejo que precisa de profesionales expertos.

Fuente

Diagnóstico y riesgos del linfedema | Top Doctors

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