La distonía es un trastorno del movimiento que se caracteriza por contracciones musculares involuntarias y sostenidas que provocan posturas o movimientos anormales. La distonía puede afectar a cualquier parte del cuerpo, pero en los niños suele ser más frecuente en las extremidades, el cuello o la cara.

La distonía infantil puede tener diferentes causas, como alteraciones genéticas, lesiones cerebrales, infecciones, intoxicaciones o medicamentos. En algunos casos, la distonía puede ser secundaria a otra enfermedad neurológica, como el síndrome de Tourette, la parálisis cerebral o la enfermedad de Wilson.

Los síntomas de la distonía pueden variar según la edad de inicio, la localización y la severidad. Algunos signos que pueden alertar de la presencia de distonía en los niños son:

  • Dificultad para caminar, correr o mantener el equilibrio.
  • Torcedura o inclinación del cuello hacia un lado (tortícolis).
  • Movimientos repetitivos o estereotipados de la boca, la lengua o los ojos (distonía oromandibular o craneal).
  • Espasmos o contracciones de los músculos de las manos o los pies (distonía focal).
  • Rigidez o temblor en todo el cuerpo (distonía generalizada).

El diagnóstico de la distonía se basa en la observación clínica y la historia médica del niño. En algunos casos, se pueden realizar pruebas complementarias, como análisis de sangre, resonancia magnética cerebral o estudios genéticos, para descartar otras posibles causas o identificar el origen de la distonía.

El tratamiento de la distonía infantil depende de la causa y el tipo de distonía. En general, se utilizan medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central para reducir las contracciones musculares y mejorar los síntomas. Algunos ejemplos son los anticolinérgicos, los relajantes musculares, los benzodiazepinas o la toxina botulínica.

En algunos casos, se puede recurrir a tratamientos quirúrgicos, como la estimulación cerebral profunda o la denervación selectiva periférica, que consisten en implantar electrodos o cortar nervios para modificar la actividad eléctrica del cerebro o los músculos afectados por la distonía.

Además del tratamiento farmacológico o quirúrgico, es importante que los niños con distonía reciban apoyo psicológico y educativo, así como rehabilitación física y terapia ocupacional para mejorar su calidad de vida y su integración social.

La distonía es un trastorno crónico que puede afectar al desarrollo y al bienestar de los niños que lo padecen. Por eso, es fundamental consultar con un especialista ante cualquier signo sospechoso y seguir las indicaciones médicas para lograr un control adecuado de la enfermedad.

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