
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la deficiencia de hierro se considera el primer desorden nutricional en el mundo. Y es que el hierro es fundamental para nuestro organismo ya que participa en muchos procesos metabólicos, especialmente en la formación de la hemoglobina (Hb) contenida en los glóbulos rojos.
En palabras de Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc): “La hemoglobina es el principal responsable del transporte de oxígeno a los tejidos y es además esencial para la síntesis del ADN, la respiración celular y para que se lleven a cabo reacciones metabólicas claves, así como para un adecuado funcionamiento del sistema inmunitario”, de ahí la importancia del hierro, cuyo déficit además provoca que aparezca la anemia, enfermedad que afecta a más del 30 por ciento de la población mundial.
Si nos centramos en saber cuáles son los niveles adecuados, y aunque varían en función del laboratorio, Tranche especifica que los niveles normales de hierro en suero sanguíneo, es decir, el hierro circulante, oscilan entre 50 y 150 mg/dl. “Pero también nos interesa conocer cuáles son los depósitos de hierro, es decir, la ferritina que es la principal proteína de almacenamiento de hierro, siendo sus concentraciones normales de 15 a 300 ng/ mL. En ausencia de inflamación, es el test que mejor se correlaciona con los depósitos de hierro (1 ng/mL = 8 mg de hierro)”, apostilla el presidente de Semfyc.
¿Quién y por qué tenemos los niveles bajos?
El déficit de hierro y la anemia se dan principalmente en mujeres. Las causas son varias, tal y como especifica Guadalupe Blay, responsable de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), y van desde una mala alimentación (seguir una dieta vegetariana muy estricta, no consumir carne roja, beber mucho té o mucha fibra), tomar medicamentos que impidan su absorción, estar embarazada o tener insuficiencia para absorber hierro, que se debe principalmente a pasar por una cirugía intestinal o a enfermedades del intestino, como la enfermedad de Crohn o la celiaquía, según Blay.
El presidente de Semfyc añade que la dieta occidental normal contiene unos 15-20 mg de hierro, de los que diariamente son absorbidos de 1 a 2 mg. “Son alimentos ricos en hierro las ostras, almejas, legumbres, carne, pescado, huevos… Además de que los alimentos sean ricos en hierro es importante que la absorción que se puede alcanzar sea buena y así puede oscilar el 1-5 por ciento de los vegetales y el 20-30 por ciento de las carnes y pescados”, especifica, y hace hincapié en que en los países desarrollados el factor alimentario es excepcional como causa de anemia excepto en aquellos que realizan dietas vegetarianas estrictas.
Sin embargo, la causa principal del déficit de hierro y de la anemia es la pérdida de sangre. “En los países desarrollados mayoritariamente se debe a pérdidas menstruales en las mujeres premenopáusicas y al sangrado digestivo en los hombres y las mujeres posmenopáusicas”, añade Tranche.
Ambos coinciden en que si las causas de la pérdida de sangre son ginecológicas o están vinculadas exclusivamente a la mujer, la menstruación, el parto o el aumento de las necesidades de hierro durante el embarazo suelen ser los principales motivos.
Respecto al sangrado digestivo, indican que puede deberse a una úlcera sangrante, un pólipo en el colon o un cáncer del colon, esofagitis o toma de antiinflamatorios, entre otros.
Por último, el sobreesfuerzo deportivo también puede ser una causa de este descenso de los niveles de hierro.
¿Qué síntomas notamos cuando tenemos el hierro bajo?
Para la OMS, la carencia de hierro y la anemia reducen la capacidad de trabajo de las personas, e incluso de poblaciones enteras, entrañando graves consecuencias económicas y obstaculizando el desarrollo de los países.
Si nos centramos en los síntomas generales que podemos notar cada persona, Blay describe que puede aparecer cansancio, astenia, taquicardia, sensación de falta de aire, palidez, dolor precordial, calambres e hipotensión.
“En general a nivel individual los síntomas más habituales son cansancio, debilidad e intolerancia al ejercicio. Lo más frecuente es que la persona presente palidez mucotánea (de la conjuntiva, cara y palmas de las manos). Si la anemia es moderada-grave, puede haber caída de pelo, fragilidad de las uñas, sudoración, inflamación de la lengua, lesiones en los labios, irritabilidad, disminución de concentración, trastornos del sueño, dificultad respiratoria y deterioro general”, apostilla el presidente de Semfyc.
Debido a que los síntomas son comunes a muchas otras enfermedades, las personas no suelen consultar al médico hasta que se presentan varios de golpe, por lo que Tranche recomienda que se debería acudir al médico ante menstruaciones muy abundantes o frecuentes, o ante la presencia de cansancio sin explicación aparente. “Dado que hemos comentado que la causa más habitual en varones y mujeres postmenopáusicas es el sangrado digestivo debería consultar si presenta dolor abdominal, ardor o dolor de estómago, si toma habitualmente antiinflamatorios o si presenta heces de coloración muy oscura (negruzca)”, añade.
¿Qué puede ocurrir si tengo falta de hierro?
Muchos de los síntomas de la falta de hierro son en sí mismos la consecuencia, pero si profundizamos más vemos que en general disminuye la inmunidad de nuestro organismo, tal y como señala Blay. En las mujeres y niños las consecuencias de la falta de hierro y/o anemia tienen un gran impacto en su vida.
Las principales complicaciones que conlleva son desenlaces poco satisfactorios del embarazo, problemas de desarrollo físico y cognitivo, mayor riesgo de morbilidad en los niños y reducción de la productividad laboral en los adultos.
“La anemia en los países en desarrollo puede ser responsable de un 20 por ciento del total de muertes maternas y de múltiples complicaciones durante el embarazo, incluyendo un mayor riesgo de retraso en el crecimiento, ceguera, enfermedades graves, disminución del rendimiento cognitivo, defectos espinales y cerebrales. La anemia en el embarazo también aumenta el riesgo de aborto involuntario, mortinato y bajo peso al nacer aumentando así el riesgo de mortalidad infantil, así como complicaciones en el parto causando hemorragias que corresponden a un aumento del riesgo de depresión y mortalidad materna”, señala Tranche.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar el médico debe diagnosticar si existe anemia mediante un sencillo análisis de sangre (hemograma) El siguiente paso es buscar la causa de la anemia.
“Además de tratar la causa, debe aportarse hierro puesto que existe un déficit del mismo”, afirma Tranche. “Ningún alimento contiene suficiente concentración de hierro por lo que se hace necesario indicar tratamiento farmacológico con alguno de los múltiples preparados existentes en el mercado. Este tratamiento deberá mantenerse hasta tres meses después de normalizar los valores”.
Respecto a la alimentación, el presidente de Semfyc especifica que para que sea adecuada y variada tiene que incluir carnes, pescados, huevos, legumbres, etc., evitando dietas vegetarianas estrictas. “También hay que realizar tratamiento preventivo en aquellas situaciones conocidas que van acompañadas de dificultades de absorción como ocurre con los pacientes hemodializados, operados del estómago o con problemas de malabsorción o los que presentan pérdidas aumentadas como se produce en los casos de menstruaciones muy abundantes».
Es importante también «realizar adecuadamente el tratamiento, como por ejemplo en el caso del sulfato ferroso, donde conviene tomarlo en ayunas con vitamina C (zumo de naranja) para facilitar su absorción y durante 3 meses más después de haber alcanzado los valores de normalidad”, concluye.
Fuente: cuidateplus.marca.com